El Reino de Dios no es un lugar físico, sino una forma de vivir según el amor, la justicia y el servicio a los demás. Al vivir de acuerdo con los valores de Dios, acumulamos tesoros en el cielo, que son nuestras buenas acciones y virtudes. Estos tesoros no se corrompen y fortalecen nuestra relación con Dios, preparándonos para la vida eterna.
El Corazón de Jesús nos revela el amor divino a través de su sufrimiento humano, amándonos con corazón de hombre. Nos enseña a llevar su amor a todas las áreas de la vida, dándonos su gracia para amar como Dios. Contemplémoslo traspasado, mostrando su misericordia. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Jesús nos invita a prepararnos para la Semana Santa con un verdadero sacrificio, para vivir este tiempo con mayor intensidad y acercarnos más a Él.
Debemos luchar por nuestro matrimonio con las armas espirituales que Dios nos ha dado, fortaleciendo nuestra unión y resistiendo toda adversidad en la fe.
La familia es la primera comunidad en la que aprendemos el amor, la fe y los valores que nos guían a lo largo de la vida. Como Iglesia doméstica, es fundamental que tenga a Jesucristo en el centro, fortaleciendo así los lazos familiares y transmitiendo la fe a las futuras generaciones. Siguiendo el ejemplo de las Escrituras, los padres tienen la misión de educar a sus hijos en la verdad y la oración, asegurando que su hogar sea un reflejo del amor de Dios.
La Biblia es la Palabra de Dios, fuente de amor, verdad y sabiduría, que debemos no solo leer, sino vivir. Como católicos, aprendemos de ella asistiendo a misa y practicando sus enseñanzas en nuestra vida. Sin embargo, algunas personas o sectas distorsionan las Escrituras para atacar o confundir, algo que no proviene de Dios, sino del maligno. Esto se evidencia en el episodio donde Satanás tentó a Jesús en el desierto usando la Palabra fuera de contexto (Mateo 4:1-11). Jesús nos enseña que la Biblia debe usarse con amor y misericordia, nunca para juzgar ni condenar, ya que solo Dios tiene esa autoridad. Vivamos y compartamos la Palabra con sabiduría, edificando a los demás en la fe.